viernes, 6 de enero de 2017

La Digestión de la Risa

Cuando acabamos de comer entramos en un estado incomprensible, inexplicable, que no tiene pies ni cabeza ni lógica alguna y que te hace estar más sensible.

Puede que nunca lo hayas experimentado porque no se nota así como así. Y no se manifiesta todos los días, claro. Solo que si se cumplen unas condiciones y si estás un poquito pendiente y atenta, seguro, seguro que lo notas.

Lo primero que debe ocurrir para que se dé este estado en tu cuerpo es haber comido mucho. Sentirte llena, con la tripa, las piernas y el cerebro pesados. Lo segundo es que, de no pensar, empieces a hablar muy despacio y sin sentido y que las cosas más absurdas del mundo te provoquen una risa espantosa. Y lo tercero es que tengas ganas de encontrar el botón que activa tu Digestión de la Risa. Puede que estés sola, también lo vas a encontrar; pero si estás con más gente puede que os sintáis todas así y compartáis la Digestión de la Risa.

Bien. Una vez que se dan todas las condiciones comienza el juego. Aquí va una serie de propuestas que se pueden llevar a cabo para generar este peculiar estado.

Intentaremos subir una escalera con las zapatillas mal puestas (como saliéndose), y los demás abajo observando. Si es posible, se puede portar algo también. Esto empezará a mostrar los primeros síntomas de esta risible locura.

Podemos buscar algo pero sin querer encontrarlo. Ejemplo: en una baraja de cartas busca “x” carta. O plantearnos un reto que conseguir, pero, de nuevo, sin poner demasiado esfuerzo: “Mete esta pintura en su caja”.

Trataremos de expresar una idea muy importante o poco importante, pero sin poner mucha atención a la gramática o a la concordancia de la oración.

Trataremos, sin éxito, de comprender las ideas de los demás.
Nos tumbaremos boca arriba y haremos la cucaracha.

Seguiremos intentado tener una conversación normal.

Haremos ruidos raros o lo que nos pida el cuerpo. Y pediremos aquello que creamos que necesitemos (algo asequible; ejemplo: una manta) para estar a gusto.


La cosa es dejarse llevar, escuchar a tu cuerpo y exteriorizar lo que ocurre con naturalidad. Si lo conseguimos nos empezaremos a fusionar con la tierra llegando por fin a una calma a la que no es fácil entrar desde la Digestión de la Risa pero que sienta de maravilla.