sábado, 30 de diciembre de 2017

Llorando está Santiago

Llorando está Santiago.
Llorando porque no ve.
Hace tiempo que no lloraba.
Las aceras inundadas
de charcos que provocan
El griterío de las gentes que pasean
Sin ser conscientes de que los autos tienen prisa.

Llorando esta Santiago
Ya era hora de que llorara
Y nos dejara contemplar el blanco de sus picos
El azul de sus pestañas, sus nubes esponjosas.
Yo, aunque no lloro, leo
Y por leer en Santiago un poema del fin del mundo
Me pasé la parada de autobús.

Baño entre mariposas

Despertamos un lunes cualquiera en el Parque Natural de Yanachaga en la Selva Central del Perú. Son las 5:30 am, la luz ya es clara e intensa y un sonido en especial me llama la atención al despertar. Abro la cremallera de la carpa y el olor característico a vegetación húmeda de selva invade mis pulmones. Ha llovido toda la noche y aún está todo mojado. El Gallito de Roca es el responsable de ese sonido especial. Por lo menos una docena de esta ave autóctona de la zona está haciendo su danza matutina diaria; bailan y vuelan de rama en rama en los árboles situados frente a la zona de camping. Con cautela, para no espantarlos, nos acercamos para verlos mejor. Qué hermoso, cabeza y pico colorados.  Después de un desayuno a base de frutas que traíamos y otras que nos dejó nuestro amigo Juan (plátano, papaya, manzana, mandarina,...) salimos a pasear por los senderos selváticos del parque. Esta zona se conoce como ceja de selva, por ser vegetación selvática entrada en la montaña. ¡Y qué majestuosas las montañas! Caminamos conversando, observando las plantas con hojas tan grandes y tallos gruesos, hay lianas, frutos en el suelo, todo tipo de planta chiquita que crece en otra planta. El camino finalmente lleva al río pero el musgo hace que las rocas estén muy resbalosas y hay que bajar y subir casi a cuatro patas para no caerse. Al llegar al río nada más se oye. Tiene fuerza, atraviesa el valle con una intensidad impresionante. Sólo paramos ahí a escuchar. Nos sentamos frente al cauce. Inspiro aire lo más profundamente que puedo para llenar mis pulmones, y después soltarlo despacio por la nariz mientras abro lentamente los ojos. La iluminación ha cambiado, es tenue pero brillante. Se siente la energía en las manos, en las piernas, en el pecho. La respiración ayuda a conectar con esa energía y la gravedad atrae mi cuerpo hacia el centro de la tierra. Es una sensación de paz inmensa y, a la vez, de fuerza y coraje. Después de un rato decidimos reconectar con la otra realidad y volvemos al camino. Está lloviendo, chispeando más bien. Pero en el sendero apenas se siente, los árboles y plantas nos protegen. Al salir a la ruta de tierra sí sentimos la lluvia. Es piola, como dicen en Chile, así que no nos moja demasiado. Incluso se agradece, sentir cómo cae el agua en la cabeza, en la cara al mirar al cielo. ¡Estamos en la selva! El camino está todo encharcado y nuestros pantalones embarrados. Al llegar al camping esperamos un poco a que pare la lluvia y nos quedamos dormidas bajo el techado de madera. Despertamos de nuevo con el sol del mediodía. Momento perfecto para darse un baño en el río. Dejamos todo listo y bajamos a las pozas naturales que se forman en uno de los afluentes del río Huancabamba. Todo mariposas revoloteando a nuestro al rededor. De todos los colores y tamaños. Negra con manchas rosadas, verdosa, amarilla y blanca, con manchas de leopardo, con brillo y polvo de mariposa, con doble ala... La más grande es azul eléctrico por detrás y brillante, pero cuando se posa no deja ver su azul porque por el otro lado es marrón con manchas y se camufla con las rocas. Estamos solas, solas con la montaña, el río, las plantas y las mariposas. Nos desnudamos y poco a poco entramos en el agua. Según vamos entrando nos rodean las mariposas. Es una sensación de feminidad absoluta, es poder. Dos mujeres desnudas en contacto con la más pura Pachamama y decenas de mariposas acompañando nuestro baño. Me siento extasiada de feminidad y de felicidad. El agua está fría al principio pero deliciosa. Nuestro cuerpo en contacto con el brillo que refleja el sol en el agua brilla también. Me siento una criatura selvática. Siento el elemento agua conectar absolutamente con mi ser, también agua. Me siento plena, desearía quedarme aquí por siempre. Descansamos en una roca mostrando al sol nuestro cuerpo. Me siento afortunada de vivir estas sensaciones, de ser una sola con la Natura, de ser hija del sol y del agua. No puedo estar más agradecida, cuánto aprendizaje.