domingo, 25 de abril de 2021

MADRID

 Madrid.

Es una ciudad grande, enorme, con multitud de historias y realidades. Gentes que se cruzan cada día en tu camino, en la calle, en el metro, por el parque...

Madrid es multicultura, mestizaje conviviendo en las calles, música en un altavoz y grandes artistas regalando sus melodías. Es alboroto, silbidos, carcajadas en las terrazas. Abrazos infinitos en las terminales de tren o avión, punto de paso de tantas y tantas personas que recorren el mundo... Madrid es oportunidades, es cambio, es fluir y no estancarse, conocer gente nueva, cambiar de aires, ser quien quieras ser, empezar clases de claqué o de cerámica, ver en concierto a tu artista favorita...

Pero Madrid también es estrés, es ir corriendo y no pedir perdón al chocarte, es desconocer el nombre de tus vecinos de arriba. Madrid es frustración al ver personas pidiendo en la calle, es una gran alegoría de la desigualdad que reina en nuestro planeta. Es humo, coches que pitan, alquileres inviables...

Como madrileña, he renegado muchas veces de mi ciudad, he sentido la necesidad de salir, conocer el mundo, viajar y perderme, probar otras suertes... pero siempre vuelvo, será por mi familia y mis amistades, pero no puedo obviar el encanto silencioso que guarda esta ciudad en sus calles. Las del centro, de antiguos adoquines y placas en la pared, las de los barrios donde los comercios destacan por sus variedades. Madrid es oportunidad y está llena de cabezas pensantes, críticas, conscientes, con voluntad de tejer un mundo mejor. Y tal vez es por esta red que, aunque a veces no lo reconozca, me gusta tanto Madrid.

Históricamente, Madrid acoge. En el último siglo cientos de personas provenientes, primero de otros lugares de España vinieron a Madrid con la intención de una vida mejor. Del mismo modo, extranjeros llegaron a nuestra ciudad anhelando un futuro digno, donde poder prosperar y vivir en paz. Madrid siempre ha acogido, siempre ha mezclado en sus calles los colores, la música, las lenguas, las alegrías y las penas. Hoy en día en Madrid, hay quienes quieren quitarle esa característica tan noble de anfitriona, quienes quieren señalar a los que no son nacidos aquí, a los que hablan otro idioma o visten otras ropas. Hay quienes incluso atentan contra la integridad de un colectivo entero, tan vulnerable como lo son los niños aquí nacidos, sólo que, además, son doblemente vulnerables porque son no acompañados. Bastantes calamidades habrán tenido que sufrir como para ahora verse señalados y atacados desproporcionada y vilmente.
 
Madrid ya tiene poco aire puro que respirar, pero hay quienes prefieren seguir usando su coche y comprar en plásticos, porque les resulta más cómodo y porque niegan la evidente necesidad que sufre el planeta que habitamos.
 
También hay quienes pretenden acabar con los derechos que tanto han costado conseguir, como la posibilidad de pasear con tu pareja de la mano y casarte siendo del mismo sexo, como el derecho a saber dónde está (mal) enterrado tu abuelo o poder denunciar una agresión sexual sin miedo a que se rían de ti.

Hace poco, tras presenciar una redada policial desproporcionada en la calle, estábamos un grupo de jóvenes comentando la situación cuando se paró delante nuestra una mujer de unos 75 años. "No sabéis lo que es la ultraderecha, no sabéis lo que se nos viene encima. Llevo toda la vida luchando por un mundo más justo y no voy a dejar de hacerlo. Pero os necesitamos, a los jóvenes. No sabéis lo que se nos viene encima".

Hace un siglo una situación parecida se presentó en el corazón del continente europeo, fue elegido en las urnas el causante de una de las mayores atrocidades de la historia de la humanidad. Él o ellos también atentaban contra un colectivo y también aprovecharon una crisis social.

Tenemos la posibilidad de actuar, por poca que sea, por falsa y poco representativa que sea la democracia, tenemos derecho a voto. No podemos quedarnos callados ante esta amenaza que acecha Madrid, su historia y sus gentes. Llevamos años presenciando corrupción, egoísmo y líderes políticos auténticamente ridículos. Ya no podemos consentir más ataques a la dignidad, a nuestros bolsillos y nuestros pulmones, a nuestros derechos y a nuestra auténtica libertad, aunque ahora traten de apropiarse de esta bonita palabra.

Si no actuamos estaremos consintiendo que el cambio, sea un retroceso. Aprendamos de la historia. Madrid necesita todo su potencial crítico y consciente, toda la humanidad que reside en nuestro corazón y la valentía que llevamos en las venas.

domingo, 10 de enero de 2021

Comenzamos

 Para llenar, hay que vaciar.

Es uno de los aprendizajes que me llevo de estos últimos meses. Imagínate una taza con una infusión riquísima, dulce, un poquito picante, te encanta. Pero por mucho que te guste, si la dejas tres meses en la encimera, sin renovar el agua, no va a ser tan gustosa. Y hay otra infusión, un poco más afrutada y silvestre que te gusta ahora. No quieres deshacerte de tu vieja infusión, pero si no la vacías, la otra no cabe, no entra, no tiene oportunidad.

El desapego nos permite vivir más en consonancia con el día a día, con el presente, con la libertad de lo que necesitamos en cada momento.

Este último año he tenido valiosísimos aprendizajes, sobre convivencia, sobre lo que significa hogar, sobre mi propia montaña rusa emocional. He aprendido que hay que vivir el día a día porque no sabes cuándo va a venir una pandemia que ponga el mundo patas arriba. Y no por ello hay que dejar de tener sueños y compromisos, nos hacen levantarnos cuando caemos, nos ayudan a avanzar.

Se han puesto de manifiesto cuáles son las prioridades y las verdaderas necesidades básicas y que el tiempo está para disfrutar, no para ser esclavos de nada ni nadie.

Este año que ha pasado me ha traído bellísimos regalos que son y serán fundamentales para mi futuro. Personas increíbles que ayudan a que la autoconfianza tenga más sentido, y a sentir que es posible tejer esas redes que nos sostienen, esa manta que nos arropa y ese respeto en lo colectivo. Experiencias y momentos vitales que me han hecho sentirme viva, vulnerable y auténtica. Pequeñas almas que me recuerdan que lo bonito de la vida es no dejar de jugar, experimentar, equivocarnos y reír, sobre todo, de nosotras mismas. Hermanas con las que compartir inquietudes sobre cómo seguir aportando en el mundo que nos rodea, para caminar hacia un futuro mejor, aunque haya ciertos personajes públicos que a veces me hagan perder un poquito de esperanza en la humanidad.

Dicen, en Psicología Social, que hay tres necesidades psicológicas básicas: la necesidad de sentirnos competentes, valiosas, dignas de satisfacción con lo que hacemos y lo que somos; la necesidad de relacionalidad, de sentirnos en grupo, relaciones interpersonales (por favor, ¡sanas!) en las que haya admiración y amor mutuo; y la necesidad de tener autonomía, es decir, poder elegir. Tan simple como eso.

La vida nos pone en el camino que debemos caminar, aunque nos encontremos obstáculos (que, como dice Jorge Bucay, la mayoría de las veces los creamos nosotras mismas), pero siempre son un aprendizaje, una oportunidad de cambio, de mejorar. Siempre es más fácil caminar hacia delante con una sonrisa, con la confianza de que todo va a ir bien, de que vas a tener ayuda si la necesitas, y si sabes pedirla (que es otro gran aprendizaje). Es más fácil, incluso aunque no sepamos el final, ni la meta, porque, igual que el árbol, crece y crece aunque nunca sepa si llegará a tocar el cielo. Y el camino es la parte más bonita de la vida.

Siempre he creído en el potencial creativo de los seres, grandes o pequeños, en los valientes que se arriesgan a probar, que se exponen, porque compartiendo se aprende más. Yo lo aprendí, y aunque no haya sido fácil y todavía dudo en muchas ocasiones, puedo decir que creo en mí misma.

El segundo día del año, 2021 nos regaló la magia de la creación colectiva cuando se genera un ambiente de confianza, de seguridad y donde poder aprender y expresarse libremente. Un taller en el que un montón de personas que no se consideraban musicales crearon canciones y las cantaron en público. De este taller, con la propia magia que se había generado, surgió también este tema. Para todas, porque todas nos merecemos la oportunidad de sentirnos competentes, valoradas, amadas y libres.

Gracias, por tanto aprendizaje.

Comienza el cambio, se huele en las calles, en la nevada histórica, en las miradas…

Feliz vida

Valientes - Rotx y Fez