domingo, 29 de marzo de 2020

La Tierra sana


El ser humano se autodestruye, pero la Tierra sana.

El ser humano, egoísta, solitario, individualista y descorazonado está viendo cómo ahora tiene  que quedarse en casa, parar su actividad, dejar de llenar sus bolsillos… por un bien común. El ser humano, que no piensa más que en su ombligo. Que le aterra profundamente su propio sufrimiento, que necesita pisar a otro para crecer. Ese ser humano, que no es cualquiera, que no son todos, vivencia ahora el encuentro consigo mismo. Tal vez, con lo que siempre trata de evitar. Llenamos nuestra vida de eventos y planes, nos quejamos de falta de tiempo para una misma, y ponemos excusas para pasar tiempo con nuestros familiares. ¿Hasta cuándo es sostenible un mundo frenético e individualista?

El ser humano tiene naturaleza social y, si nos remontamos a las viejas reflexiones de Rousseau, es la propia sociedad la que lo transforma en un ser malvado y egoísta. ¿Quién es la sociedad? Tal vez seamos todos, tal vez sea el miedo. Y este miedo, ¿de dónde sale? Está llena la historia de la humanidad de miedos impuestos, introducidos en nuestro día a día, desconfianzas de nuestras propias vecinas… ¿No será está situación otro ejemplo más de control de masas, de inyección de miedo? ¿Y si hay alguien frotándose las manos, observando, a través de un cristal, el mundo parar?
Como veis, hay tantas preguntas…

Pero bien, la realidad es que los mercados paran. Para la bolsa, los ingresos, las rutinas. Cae el sistema insostenible por su propio peso. Demuestra ahora sus flaquezas y aquello que nunca le importó. Saltan las alarmas de colapso en los hospitales. Las pobres empresas se ven obligadas a despedir a sus empleados. Paran las escapadas rápidas de fin de semana a Roma, Toulouse o Londres. Los viajes de trabajo, los mismos que han globalizado este virus en un asiento de First Class. Para el tiempo. Para, porque ahora nos sobra. Paran los sueños. ¿Paran los sueños?

La Tierra se está sanando. Gracias, por fin, al ser humano, que para.

Crecerán más árboles, más flores. Agradeceremos a nuestros perros que nos sacaron a pasear. Crecerá la semilla interna que todas llevamos dentro, y que raras veces nos acordamos de regar. Tocaremos timbres, saldremos al balcón a saludar a las vecinas que por fin conocimos. Habremos tenido tiempo de escucharnos por dentro, ¿qué me sienta mal? ¿Qué necesito? ¿A quién echo de menos? ¡Pasaremos más tiempo haciendo aquello que descubrimos que tanto nos gusta! Continuaremos con el trabajo colectivo, aunque tenga que sacrificar mi individualidad, porque éste me demostró que funciona mejor en los momentos difíciles. Invertiremos en sanidad pública, en educarnos en libertad, en más tiempos para decidir y expresarnos. Seremos más comprensivas, más compasivas con el sufrimiento ajeno.

Realizaremos nuestros sueños. Con respeto, sin olvidar todo lo que aprendimos.

Este es un llamamiento a todas las personas, pero en especial a las jóvenes. A las que nos tocará recordar estos días, a las que tendremos que demostrar todo lo que aprendimos, todo lo que no queremos repetir.

Abracemos este preciado tiempo que nos regala la vida, aprovechemos para disfrutar de que, por una vez, el ser humano está ayudando a que La Tierra sane.

18/03/2020