Un día como hoy, nació Julio
Verne. Nació también un día como hoy Piotr Kropotkin. En años diferentes y en
distintos lugares de la Tierra. Y también nació un 21 de diciembre Augusto
Monterroso. Podría seguir con Paco de Lucía o con Alicia Alonso, pero a lo que
voy. Hay personas que siguen las ideas de grandes escritores, músicos o
pensadores y que toman esa fuente de inspiración no necesariamente para crear,
a veces sólo para disfrutar. Pero hay quienes no tienen la oportunidad de crear
o se creen que no tienen esa capacidad, porque nunca la han investigado.
Estamos hartas de escuchar que las cosas tienen que ser de una manera concreta
que otra persona se ha inventado. Y muchas veces no hay espacio para probar,
para equivocarnos, para experimentar la sensación de crear y expresarlo. Porque,
esa es otra, a veces creamos pero nos da miedo, vergüenza o sentimos presión al
mostrarlo. Bien, es cierto que no todo
vale. Pero también es cierto que no podemos dejar de probar e intentarlo.
Vivimos una época donde tenemos todo a nuestro alcance, y eso tiene de positivo
la posibilidad de conocer y probar, pero también de compararnos, de exponernos
a las críticas y ser juzgados. Esto no sería un problema si esas críticas y
esos juicios fueran constructivos. Tampoco sería un problema si hubiera auténtica
libertad para expresar…
Aun así hay que crear. Hay que
probar y equivocarse. Y puede que no lleguemos a tener un nombre como Julio
Verne o Paco de Lucía, pero al menos no nos quedemos con las ganas, salgamos de
las sombras, compartamos lo que hacemos. No pueden morir las poetas, no dejará
de haber cantautores. Porque aunque se cansen de leerlos, se cansen de
escucharlos, ellas seguirán ahí, ellos seguirán creando.
Que viva el arte. Que vivan las
artistas y que cada vez tengan más espacios, más reconocimiento y libertad. Y
que nada los calle.
21 de diciembre, solsticio de
invierno, anuncia que cada vez los días tienen más luz. Aprovechemos la luz
natural, leamos, inspirémonos y compartámoslo.
Para desearos feliz periodo de
luz comparto un relato de Augusto Monterroso, inspirador cuanto menos.
La tela de Penélope, o quién engaña a quién
Hace muchos años vivía en Grecia
un hombre llamado Ulises (quien a pesar de ser bastante sabio era muy astuto),
casado con Penélope, mujer bella y singularmente dotada cuyo único defecto era
su desmedida afición a tejer costumbre gracias a la cual pudo pasar sola largas
temporadas.
Dice la leyenda que en cada
ocasión en que Ulises con su astucia observaba que a pesar de sus prohibiciones
ella se disponía una vez más a iniciar uno de sus interminables tejidos, se le
podía ver por las noches preparando a hurtadillas sus botas y una buena barca,
hasta que sin decirle nada se iba a recorrer el mundo y a buscarse a sí mismo.
De esta manera ella conseguía
mantenerlo alejado mientras coqueteaba con sus pretendientes, haciéndoles creer
que tejía mientras Ulises viajaba y no que Ulises viajaba mientras ella tejía,
como pudo haber imaginado Homero, que, como se sabe, a veces dormía y no se
daba cuenta de nada.
Augusto Monterroso
– La oveja negra y demás fábulas
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