jueves, 14 de mayo de 2020

Derecho a soñar, a delirar, a apreciar el silencio

Pier Paolo Pasolini escribía allá por el año 1974 a cerca de una recesión, un cambio de paradigma, un ser humano que sucumbido en el consumismo se ve a sí mismo caminando cabizbajo en una ciudad gris. Con una única luz en sus ojos, que no es de dinero, dice, si no de amor.

De lo mismo habla Eduardo Galeano cuando nos invita a delirar sobre un mundo con el aire limpio de miedos, donde se reescriba la historia y no haya niños en la calle, donde no vivamos para trabajar, donde reconozcamos a la naturaleza como parte de nosotros y cuidemos que no sufra. Donde los nadies algún día dejen de serlo nada más nacer.

Galeano, que siempre nos invita a soñar, que eternamente vive en cada uno de nuestros sueños.

Dos maestros cuyas reflexiones son más que adecuadas para estos tiempos.


La recessione, Pier Paolo Pasolini

Veremos de nuevo pantalones con parches
rojos atardeceres sobre los pueblos
de coches vacíos
llenos de pobre gente que habrá vuelto de Torino o de Alemania
Los viejos serán dueños de sus propios bancos como sillones de senadores
y los niños sabrán que la sopa es escasa y lo que significa un trozo de pan
Y la noche será más negra que el fin del mundo y oiremos los grillos y los truenos
y quizás algún joven entre los pocos que han vuelto al nido sacará una mandolina.
El aire sabrá a trapos mojados
todo estará lejos
trenes y buses pasaran de vez en cuando como en un sueño
Y ciudades grandes como mundos estarán llenas de gente que va caminando
con ropas grises
y dentro de los ojos una pregunta que no es de dinero sino solo de amor
únicamente amor
Las pequeñas fábricas en la mejor parte de un césped verde
en la curva de un río
en el corazón de un viejo bosque de robles
derrumbarán un poco cada noche
muro por muro
chapa por chapa
Y los antiguos edificios
serán como montañas de piedra
solitarios y cerrados como estaban hace un tiempo
Y la noche será más negra que el fin del mundo
y de noche oiremos los grillos y los truenos
El aire sabrá a trapos mojados
todo estará lejos
trenes y buses pasarán
de vez en cuando como en un sueño
Y los bandoleros tendrán el rostro de hace un tiempo
con el pelo corto sobre el cuello
y los ojos de sus madres llenos del negro de las noches de luna
y estarán armados solo de un cuchillo
La pezuña del caballo tocará la tierra ligera como una mariposa
y recordará lo que ha sido el silencio del mundo
y lo que será.



Traducción: Teresa Ballerini



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