Pavoroso mundo lleno de desdichas. Todas las ilusiones
rotas, los sueños desalmados, las lágrimas sin consuelo; se desvanecen como
ceniza en el viento. Por el redoble que sondea en la incertidumbre, los pasos
de vigilia en la desconfianza, por todas las noches de insomnio que ahora
carecen de sentido y se van por el desagüe de los pensamientos... Aúno fuerza
para llamar a la puerta de mi consciencia, ya que el subconsciente es algo que
hace tiempo dejé de lado. Nada ahora parece ser igual. ¿Seré yo? ¿O serán una
serie de circunstancias que transcurren a mi alrededor mientras los días siguen
su aparente curso corriente en la vida? Quizá encuentre la respuesta algún día
o quizá simplemente hay preguntas que no tienen respuesta.
En cualquier caso la suave brisa que inunda mis ojos de
lágrimas cada mañana seguirá dándome los buenos días. Y quizá alguna otra dulce
sorpresa me sirva también de aliento mañanero. El rocío no se acabará, hasta
que terminemos de destrozar nuestro hábitat. Pero para entonces se habrá
consolidado de tal manera que serán las propias hojas las que segreguen su
rocío.
Así, concluyo, declaro el alma y las sonrisas arma
esencial ante las adversidades.
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